No hay otra oración con más sentido que ésta. Pidamos no desfallecer, y es que cada vez que rezamos el Padrenuestro le estamos diciendo esto a nuestro Padre. No nos dejes caer en la tentación y líbranos del mal. Es decir, apartanos, Señor, de la tentación que me amenaza cada día para alejarme de Ti. Esa tentación de la pereza, de la comodidad, del bienestar, de la diversión, del placer, del gandulismo y del egoísmo.
Son muchas tentaciones que están todos los días amenazando mi débil humanidad. En mi camino, Señor, me siento desfallecer y experimento estar a punto de arriar la bandera de mi fe y dejar mi corazón a merced de la tentación. Por eso, Señor, dame la fuerza y la voluntad de permanecer en tu Palabra y guardar tus mandamientos, que es lo que yo precisamente quiero.
Experimento que cuesta y que muchas veces me siento vencido por la apatía, la desgana, el aburrimiento y la concupiscencia. Y casi no tengo fuerzas para oponerme o me cuesta mucho superarlos. Lo peor es la constancia y la frecuencia con que me asaltan hasta el punto que hay momentos donde te sientes más débiles y más vulnerable.
Por eso, te pido, Señor, que me des paciencia, perseverancia y fe para soportar con tranquilidad, sin llegar a desesperar, todos esos momentos de desganas, desvanecimientos, apatías y tribulaciones para permanecer y perseverar en tu presencia. Amén.
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