Lamentablemente sabemos que Jesús ha venido no a ser servido sino a servir, pero, al parecer, el hombre, incluso creyente no está por la labor. Usamos nuestro poder para ser servidos y no para servir. Por eso, el poder explota y se sirve de los débiles y nacen las injusticias y los abusos.
Hoy queremos pedir para que el hombre y la mujer se pongan al servicio los unos de los otros. Empezando por aquellos que están más dotados y que la vida, quizás les haya dado más oportunidades de formarse o de desarrollar sus habilidades y talentos. El mayor poder es servir a los más pequeños y necesitados. Es eso lo que nos encargó Jesús y es eso lo que queremos pedirle que nos ayude a cumplirlo.
Nuestra naturaleza está muy herida por el pecado y nos sentimos muy atraídos por la comodidad, por la pereza, por pasarlo bien egoístamente y nos cuesta, por el contrario, fijarnos en el que sufre, y nos complica la vida tratar de servirle. También nos cuesta humillarnos cuando nos creemos mejor que otros. Por todo ello, Señor, sabiendo nuestras debilidades, te pedimos que nos des un corazón humilde y disponible para entregarnos a servir a los más pobres y débiles, y con nuestro testimonio mostrarle el camino para que lleguen a tu encuentro.
Danos Padre la gracia de saber acoger a tus enviados y estar abiertos a su Palabra y ponerla en práctica. Danos la sabiduría y la humildad de estar disponibles y en actitud tanto receptiva como activa para corresponder con el mismo ímpetu y entusiasmo a ser transmisores de esa Palabra con nuestro ejemplo y testimonio. Te pedimos esa gracia, Señor, para corresponder a tus enseñanzas y a tu ejemplo de servicio. Amén.
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