Se trata de vivir en la verdad y la justicia. Se trata de vivir en la humidad y en la mansedumbre. Se trata de tener limpio el corazón de toda impureza y alejado de todo mal. Se trata de vivir desde un espíritu pobre alejado de las riquezas que tientan tu vida y te alejan de la caridad y el amor. Se trata de no pasar indiferente ante el sufrimiento de los que sufren y padecen injusticias y miserias. Se trata de ir junto a aquellos que tienen hambre y sed de justicia. Se trata de no ser inflexibles ni exigentes, sino de comprender, animar y levantar dando misericordia. Se trata de irradiar paz a nuestro derredor y de defender la justicia y la verdad hasta el extremo de incluso de perder la vida.
Y todo eso, Señor, no lo podremos vivir sin la asistencia y el auxilio del Espíritu Santo. Por eso, Señor, es fundamental el inicio de nuestra vida cristiana con el bautizo, porque, en él recibimos al Espíritu Santo y con Él podemos superar todas las dificultades y adversidades que nos impiden cumplir con nuestra actitud y deseo de vivir en la verdad y la justicia desde la luz de la Palabra de Dios.
Somos conscientes, Señor, de nuestras dificultades y de nuestra pobreza. Somos conscientes de nuestra fragilidad ante las seducciones del mundo y, tentados por ellas, nuestra luz se apaga y nuestra sal se pudre y dejamos a nuestro mundo particular, el que nos toca dar luz y salar, en tinieblas y desalado. Por eso, Señor, conscientes de nuestra pobreza, limitaciones y pecados, te pedimos que nos des la voluntad y la sabiduría para, sostenidos en tu Palabra, contagiarla e iluminarla a los demás. Amén.
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