Mi vida y la vida de cualquier persona no es una balsa. No debe ser una balsa, porque de serlo se perdería. Aprendemos a fuerza de superar muchas olas, muchas tempestades y muchos huracanes. Los fuertes vientos nos enseñan a estar firmes, bien arraigados y echar fuertes raíces que nos sostengan fuertemente al suelo. Y esas tempestades, huracanes y fuertes vientos son los maestros que nos enseñan que la vida es una navegación imprevistas y llenas de momentos inesperados que nos exigen probar nuestra fe y nuestra confianza en nuestro Padre Dios.
Por eso, todo ahora recobra sentido en nuestro camino particular. Gracias, Señor, por esos duros momentos que he tenido que soportar y padecer en mi vida. Gracias por sentirme débil, desfallecer, necesitado y, sobre todo, confiado y asido a tu Mano salvadora. Gracias, Señor, porque esos momentos y circunstancias de mi vida me han dado la oportunidad de confiar y creer en Ti y en tu Palabra. Y esperar con alegría, paciencia y perseverancia tus promesas.
Gracia, Señor, por entender tu Amor y tu Misericordia y por aceptar, no resignado, sino esperanzado y confiado . que tu Promesa de Salvación y Buena Noticia tiene sentido, me llena de esperanza y me salva. Gracias por darme cuenta que el sufrimiento y todos los avatares de mi vida, aunque no deseados ni queridos, han sido inevitable, como a Ti mismo te sucedió entregando tu Vida por nosotros, y una hermosa posibilidad de probar mi fe y mi confianza en Ti. Gracias, Señor porque ahora lo entiendo.
Gracias por darme esa sabiduría, fortaleza y paz para poder reconocer la acción de tu Espíritu y darme cuenta de que tu presencia no consiste en solucionar mis problemas, ni darme una formula mágica que dé solución a todos mis problemas sino en aumentar mi fe fiándome de tu Palabra y creyendo en tus Promesas. Así, unido a Ti y sabiendo que no duermes sino que estás presente en cada instante de mi vida, mi camino, a pesar de sus fuertes vientos, impetuosos huracanes y terribles tempestades, ser llevadero y mi carga más suave hasta llegar al verdadero puerto donde Tú, mi Dios, me esperar con los brazos abiertos. Amén.
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