El camino exige esfuerzo, pero detrás de cada esfuerzo se esconde el descanso, porque sin descanso el esfuerzo no se repite sino que se muere. Sin descanso no podemos avanzar, pues el cuerpo tiene un límite y, gastado, se necesita recuperarlo para iniciar de nuevo a esforzarse. Pero, nunca podemos dejar que el agobio nos alcance y nos destruya, y la defensa para evitarlo es el descanso.
Pidamos al Señor que nos enseñe a descansar y a, repuestas nuestras fuerzas, gastarlas en el servicio a los demás. Todas nuestras obras tienen una repercusión en los demás. Vivimos en relación con otros y tus buenas obras por muy lejanas que estén de otros repercutirán en beneficios de todos. De la misma manera, también las malas repercutirán y perjudicaran a los demás.
Danos, Señor, la sabiduría de saber descansar para recuperarnos y de nuevo poder, con las energías renovadas, empezar a caminar. Danos, Señor, la capacidad de aprovechar el descanso para que nos sea útil para poder continuar nuestra labor con la misma intensidad y capacidad con que la iniciamos. Y, también, Señor, para ser capaz de vaciar todos nuestros talentos recibidos, que debemos dar gratuitamente tal y como también lo hemos recibidos. Amén.
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