Sucede que el hombre creyéndose grande, fuerte y poderoso experimenta la necesidad de ayuda y, sobre todo de Dios, cuando esa suficiencia, fuerza y poder se vienen abajo. Hemos oído y hasta presenciado muchas de esas historias.
Difícilmente a Dios no se le encuentra en el poder ni en la grandeza. Dios está, como reza el Evangelio de hoy - Lc 13, 18-21 - en lo pequeño y débil.
Y eso es lo que te pido, Señor, la Gracia de reconocerme débil, pequeño y de tener las fuerzas de abajarme y ser humilde. Saber que todo lo que hago y de lo que soy capaz es por tu Gracia. Saber que, también, porque así Tú, Señor, lo has querido, me has dejado una opción para que yo elija y decida por mí.
Sin embargo, tengo miedo de no saber elegir bien y me siento débil y hasta pobre para tomar una decisión. Por eso te pido, Señor, que me des la Gracia de reconocer mis debilidades y pequeñeces, y la sabiduría de discernir bien la decisión a tomar, que no sea otra que la de ponerme en tus Manos. Gracias, Señor.
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