No es nada fácil mantener una disciplina y ser constante. Pedir requiere perseverancia y confianza. Perseverancia que exige insistir diariamente y confianza que descubre esa fe que se tiene en que serás escuchado y atendido. Referida esa exigencia disciplinaria e insistente a la oración observamos cierto paralelismo que, precisamente, Jesús nos lo descubre y exige en el Evangelio de hoy.
La parábola del juez injusto, que Jesús no muestra hoy pone de relieve esa necesidad de exigencia en la oración. Nos viene a decir que hay que orar insistentemente, tal y como hizo aquella viuda ante el juez hasta arrancar de él la necesidad de atenderla para que lo dejara tranquilo. Dios, nuestro Padre, quiere nuestra insistencia en la oración, porque ello revela nuestra confianza y nuestra fe. Una persona que se sostiene en la oración perseverante está dando testimonio de fe.
Y eso es nuestro deseo, por necesidad y porque en ella encontramos el nexo de permanecer unidos al Señor. Experimentamos que por la oración nos sostenemos unidos en el Señor. Y en esa unidad con Él, descubrimos que verdaderamente Él es nuestro camino, nuestra verdad y nuestra vida. Por todo ello, Señor, te pedimos que nos sostengas y nos fortalezca en esa insistencia y perseverancia orante contigo, sabiendo que Tú, como Padre Bondadoso y Misericordioso, nos darás todo aquello que necesitemos. Amén.
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