Hay una cancíón que canta a la salud, el dinero y el amor como las tres cosas más importante que hay en la vida y quien las tenga que le dé gracias a Dios. No sólo es verdad sino que todos ansiamos tener eso. Sin embargo, el peligro no está en tenerlos sino en no hacer de ellos nuestros ídolos, porque, entre otras cosas, sabemos y es lo más cierto, que podemos saber, valga la redundancia, que la muerte nos llega y, previo a ella la enfermedad. Luego, hacer de estas tres cosas el fin y el centro de nuestra vida será un gran error.
Primero, porque la salud y la vida es un regalo de Dios, y llegará el día que tendremos que perderla para pasar a la otra vida y encontrarnos, cara a cara, con nuestro Padre Dios. Y, segundo, porque el dinero y el poder nunca serán lo más importante en nuestras vidas si no son para servir a los más necesitados. De otra manera, serán nuestra perdición y dejarán nuestras vidas vacías y sin sentido.
Otro gran peligro que se deriva de esas tres cosas es que, teniéndolas, nos creamos prepotentes, poderosos y nos olvidemos de nuestro Padre Dios, del que hemos recibido todo. Es, por tanto, muy peligroso nadar en la abundancia de salud, dinero y amor. No porque sean malas, sino porque si no tenemos cuidado pueden llevarnos al olvido de Dios. Un Dios Padre que es lo más importante y el centro de nuestras vidas.
Por eso, desde este rincón de oración, pedimos con todas nuestras fuerzas que, a pesar de ser afortunados en salud, dinero y amor, demos gracias a Dios por todos los bienes recibidos. Y, lo más importante, permanezcamos y perseveremos siempre en Él y, para ello, pidámosle la fortaleza y la sabiduría de saber administrar y compartir estos bienes recibidos. Amén.
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