San Francisco Javier SJ |
Para serviros, Dios mío,
no me mueve el terror de vuestra mano arrojando rayos,
ni el horror del fuego del infierno ardiendo eternamente:
Tú me mueves, Dios mío, por ti mismo:
Tú Jesucristo, atravesado, me atraes,
la cruz que me obliga, y me enciende,
oh Jesús; la sangre que brota de tus llagas.
Si no existiese el fuego del infierno y
se quitase la esperanza de la gloria,
yo, sin embargo, oh Criador mío,
prendado de vuestras bondades,
admirando vuestra sublime divinidad, santa y probida,
proseguiré en el amor ya comenzado.
A ti, Jesús, Hijo de Dios,
a ti, Hijo de la Virgen,
manso, fuerte, inocente,
que te dignaste morir por nosotros,
que todo lo mereces,
te amaré sin recompensa.
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