Desde la hora de mi bautismo he recibido la visita del Espíritu Santo. Un Espíritu Santo que ha descendido sobre mí para quedarse conmigo y acompañarme en el recorrido de mi andadura por este mundo.
Porque, como ya nos ha dicho Jesús, desde el momento de nuestro bautismo, no pertenecemos a este mundo, aunque vivimos en él y es el medio para, por y con amor, llegar al otro, al que nos tiene guardado nuestro Padre Dios.
Por tanto, la importancia del bautismo es vital, porque, a partir de ese momento entra el Espíritu Santo en nuestros corazones para, con nuestro permiso, acompañarnos, orientarnos, auxiliarnos y guiarnos hacia el Señor, que será para nosotros Camino, Verdad y Vida.
Por eso, hoy desde este humilde rincón de oración, le pedimos al Espíritu Santo que nos auxilie, que nos asista y nos lleve siempre por el Camino, Verdad y Vida que nos marca el Señor Jesús. Es una gran alegría, como experimentaron los apóstoles al encontrarse con Jesús, el recibir el Espíritu Santo. En Él, con Él y por Él superaremos todas las dificultades y tentaciones que nos sale al paso y perseveraremos en la presencia del Señor hasta llegar, al fin de los tiempos, a esas moradas que nos ha preparado. Amén.
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