Jesús dejó todo muy claro. Nuestro primer mandamiento es el Amor a nuestro Padre Dios. No hay ninguna duda. Sin el amor de Dios, ¿a dónde vamos? Todo nos viene de Él: Nos ama primero y su Amor nos activa para que también nosotros podamos amar. Así que, sin el Amor de Dios nada podemos.
Aclarado esto, tu amor y el mío son verdaderos y auténticos, no porque tratemos de amar a Dios, que siempre será imperfecto e inacabado; lleno de dudas y pecados, sino por nuestra última intención, querer amarle y dejarnos amar por Él. Su Amor irá, en esa medida que le abramos nuestros corazones, transformándonos el nuestro. Eso nos puede ayudar a nos desanimarnos y perseverar. Todo está en sus Manos.
Nuestro amor será verdadero y auténtico en la medida que se refleje en tu relación con los demás. Porque, si en esas relaciones de cada día no trasluce nuestro amor, visibilizado en obras y no buenas razones, nuestro amor, a pesar de manifestarse en palabras, será falso y aparente, pero nada más. Será un amor apoyado en la mentira y que deja mucho que desear.
Porque, amar es pastorear. Quien ama pastorea. Jesús lo deja bien claro en el Evangelio de hoy - Jn 21,15-19-: Habiéndose aparecido Jesús a sus discípulos y comiendo con ellos, dice Jesús a Simón Pedro: «Simón de Juan, ¿me amas más que éstos?» Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis corderos». Vuelve a decirle por segunda vez: «Simón de Juan, ¿me amas?». Le dice él: «Sí, Señor, tú sabes que te quiero». Le dice Jesús: «Apacienta mis ovejas». Le dice por tercera vez: «Simón de Juan, ¿me quieres?». Se entristeció Pedro de que le...
Danos, Señor, ese amor que viene de Ti y que nos fortalece para amar como Tú nos amas.
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