Posiblemente hay muchos momentos en nuestra vida que experimentamos un gran gozo que nos llena de una gran paz y felicidad. Y, no precisamente, por algún éxito u obra grande, sino por experimentar el deseo de darte o recibir amor. Tanto, en lo uno como en lo otro experimentamos un gran gozo y paz.
Sí, realmente nuestro gozo, felicidad y paz no están en el poder, sino en el amor. Y es por eso, Señor, que te pedimos que cambies nuestro endurecido corazón, egoísta y de piedra, enfermo de poder y de riqueza, por un corazón humilde, paciente, comprensivo, bueno, generoso, dado y disponible a amar y ser amado. Un corazón misericordioso capaz de amar con misericordia.
Porque, tanto amar como dejarse amar encierran, por nuestra naturaleza pecadora - gran dificultad. Nos cuesta abrirnos, tanto para darnos como para recibir. ¿Lo experimentas? Hoy, después de experimentar esos deseos y dificultades, nos atrevemos, Señor, a pedirte que nos des esas fuerzas y deseos de amar, y de corresponder a tu Amor tratando de amar y darnos a los demás. Porque, en la medida que amamos, manifestamos nuestro amor a Ti, Señor. Amén.
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