No es nada fácil cargar con la cruz que nos toca vivir. La cruz de nuestro tiempo; la cruz de nuestra familia; la cruz de nuestras circunstancias y la cruz de nuestras apetencias y egoísmos. Cada época, cada momento tiene su cruz y, según el nuestro, nos tocará una cruz diferente. Es evidente que en estos momentos vivimos una cruz común, la del Covid19 y, sin embargo, con unas circunstancias muy diferentes en cada lugar.
Es claro y notorio que el pueblo de Israel, según las épocas, vivió diferentes camino de cruz: la esclavitud en Egipto, el desierto, la deportación, Se...etc. Y, también es cierto que, cada uno durante la trayectoria de su vida tienen diferentes momentos de cruz y dolor: una muerte, una enfermedad, una desilusión...etc. Pero, esas diferentes cruces que aparecen en el camino de nuestras vidas tienen un denominador común: aceptarlas, cargarlas sobre nuestros hombros y, mirando a la Cruz de la Crucifixión creer en el Crucificado y en la Resurrección.
Dame, Señor, fuerza y voluntad para cargar con mi cruz. Una cruz que, escondida en cada momento e instante de mi vida se me atraganta, me endurece mi corazón y me cuesta aceptarla y acomodarla sobre mis hombros para llevarla junto a Ti. Una cruz que muchas veces se me presenta en los problemas y asuntos familiares; una cruz que, otras veces, se manifiesta en la acedia del abandono, del deseo de dejarlo todo, del desfallecimiento. Hay muchas cruces que, sin darnos cuenta, nos amenazan y nos oprimen para que bajemos nuestra mirada y nos quedemos en las comodidades y seducciones de este mundo.
No permitas, Señor, que seamos vencidos por nuestras propias pasiones, por nuestras concupiscencias y por nuestros egoísmos. Te pedimos la Gracia de perseverar en esos momentos de tedio, de acedia, de desfallecimiento y de sostenernos siempre firmes en la fe. La fe en esa Cruz, donde Tú has dado tu Vida y con la que has ganado para nosotros la Misericordia de nuestro Padre Dios. Amén.
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