Blogueros con el Papa

UN ROSARIO CADA VIERNES

Cada viernes, hora peninsular entre las 09, 30 y 10:30, en Canarias entre las 08:30 y 09:30, aproximadamente, y en cualquier otra parte del mundo la que mejor puedan elegir, nos unimos en el rezo del Rosario (VER AQUÍ) por la unidad de todos los creyentes, por la familia natural, hombre - mujer, por la vida y por la libertad de educación de los hijos.

Desde tu casa, online, desde tu trabajo, desde tu hospital y enfermedad, desde myfeeling, desde todas los colectivos y asociaciones, desde donde quieras que estés, tú también puedes unirte en este clamor al Padre, unidos a María Santisíma, para que el Espíritu Santo nos dé la capacidad y la luz de salvaguardar la vida y los valores morales y naturales que la dignidad de las personas demanda y hemos recibido de nuestro Padre Dios.

También estamos rezando un rosario cada día que hacemos normalmente en las primeras horas de la mañana aunque a veces, por premuras de tiempo, lo hacemos en otras horas del día. En el icono de la Virgen, debajo del rosario de todos los viernes, puedes encontrar el rosario correspondiente a cada día.
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martes, 20 de noviembre de 2018

ZAQUEO ERES TÚ Y TAMBIÉN YO

Resultado de imagen de Lc 19,1-10
Quisiera, Señor, responder a tu llamada como Zaqueo, pero necesito su valentía y su voluntad. Experimento comodidad, miedo y respeto humano y me cuesta abajarme del árbol de este mundo en donde estoy subido. Sí, quiero, pero no basta sólo con eso. Necesito tu Gracia porque sin ella nada puedo.

Es verdad que me has creado libre y esa libertad me compromete y me hace responsable de mis actos. Y eso significa que soy dueño de responder o no, lo que significa que mis actos son consecuencia de mi esfuerzo y voluntad. Pero, no me es fácil porque el mundo me seduce y mi voluntad es débil y frágil. Quiero pedirte en estos momentos la fortalece de tu Espíritu para vencer en mis tentaciones de pecados.

Necesito un espacio donde me pueda liberar de tanta seducción y donde encuentre fuerza y voluntad para la lucha de cada día. Necesito un ambiente donde la Vida de la Gracia sea el objetivo común y donde el calor de los hermanos me ayuden a perseverar y a contrarrestar esos olores de comodidad, de pereza y de temor a todo lo que sea compartir, darme y seguirte. Y eso este mundo no lo ofrece. Sé que hay hermanos que tratan de luchar como yo, pero necesitamos encontrarnos, arroparnos y fortalecernos.

Porque, Tú, Señor, estás donde dos o más se reúnen en tu nombre. Danos la energía y la sabiduría de irte conociendo y viendo claro el camino como a tantos, que te han buscado, les has iluminado. Quiero seguirte y responderte como lo hizo Zaqueo, pero también buscarte como te ha buscado él. Subirme al árbol de mi vida para verte y oírte tu invitación y, sin dudarlo, abajarme e invitarte a mi casa. Es corazón mío herido por el pecado.

Sáname, Señor, y darme la fortaleza para seguir tus pasos dejando todo aquello que entorpece mis pasos y dificulta mi camino. Ayúdame a desembarcar del barco donde voy adormecido por el tintineo de las olas mundanas y las comodidades de mis seguridades y bienestar. Despiértame de la insensibilidad de no sentir el sufrimiento de mis hermanos, de los que naufragan en la vida y no tienen donde aliviar sus heridas y sufrimientos. 

Yo, Señor, quiero contribuir a aliviarlos y a compartir mi vida con ellos. Dame la luz para encontrar ese camino y la fortaleza para poder cumplirlo dándome como Tú te has dado a cada uno de nosotros. Amén.

martes, 15 de noviembre de 2016

PERSEVERANCIA E INSISTENCIA

La perseverancia descansa sobre la paciencia y esta sobre la paz. Sin paz no hay sosiego ni paciencia para perseverar. Cada día es buena oración iniciar el día pidiendo paz, sabiduría y fortaleza. Porque la sabiduría nos enseña a ser fuertes y tener paz. Iniciemos esta humilde reflexión con esa petición de paz, sabiduría y fortaleza.

Queremos, Señor, pedirte paz, mucha paz para ser capaz de poner todos nuestros pensamientos en orden y dirigidos a Ti. Queremos, como Zaqueo, dirigir nuestros pasos a Ti y ponernos en medio de tu camino para llamarte la atención y, como Zaqueo, hoy, y Bartimeo, mañana, pedirte que veamos el verdadero camino que Tú nos marcas y nos invita a recorrer.

Queremos Señor, también pedirte por todas aquellas personas que tienen relación con cada uno de nosotros. Desde nuestros familiares a nuestros amigos y con los que, por un medio u otro, compartimos nuestra fe. Danos a nosotros la sabiduría de decir lo que el Espíritu nos indica y a los que nos escuchan entendernos. Pero, danos también la fortaleza y capacidad de ser coherente con aquellos que compartimos y decimos. Que nuestra oración y proclamación viva en la vida y salga de la vida.

Darnos, Señor, la oportunidad de subirnos al árbol de nuestra vida para buscar tu Mirada y ser dócil a ella. Danos la fortaleza de fortaleza para, venciendo todos los obstáculos y respetos humanos, responder a tu invitación y abrirte nuestro corazón. Y lo que es más importante, ser generoso y compartir todo lo que de Ti hemos recibido para mitigar y aliviar el sufrimiento y las carencias de nuestros hermanos.

Y haz, Señor, que nuestro seguimiento no sea fruto de un día, sino el camino perseverante de seguirte cada instante de nuestra vida. El verdadero camino, porque Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida. Amén.

domingo, 30 de octubre de 2016

UN CORAZÓN COMO EL DE ZAQUEO

Sí, Señor, quisiera tener un corazón como el de Zaqueo, capaz de dejarse transformar por tu Palabra y de dar un giro radical a su vida. Eso te pido, Señor, de forma concreta y firme. Dame un corazón capaz de cambiar, de hacer vida en él tu Palabra y tu mensaje de amor.

Pero, para eso, Señor, quizás tenga que experimentar ese deseo, como Zaqueo, de conocerte, de buscarte y de atreverme, sin miedo al ridículo, subir al árbol de mi vida para verte pasar. Abre mis oídos, Señor, para, en el silencio de mi corazón, escuchar tus Palabras y ser capaz de dejarlas actuar, en el Espíritu Santo, dentro de mí, para transformar mi corazón.

Despierta mi corazón para que avive el impulso de buscarte y de dejarme encontrar como hizo Zaqueo. Ablanda mi corazón y llénalo de sabiduría para en la escucha de tu Palabra sepa discernir tu Voluntad. Señor, que mi torpeza y mis egoísmos no sean obstáculos que me impidan hacer tu Voluntad. Sé que sin tu Gracia me será imposible vencerlas y eso te pido con todo mi corazón.

Ablándame, Señor, y seréname hasta el punto de revestirme de humildad y de paz, para aceptar mi condición pecadora y mi esperanza en tu misericordia. Lléname de esperanza y de amor para despojarme de todos los obstáculos que me separan de Ti.

 Quiero buscarte, Señor, y escuchar tu invitación de cada día a ser mejor. Y vivir en esa actitud de, poco a poco, ir dando pasos hasta convertir todo mi corazón en hacer tu Voluntad. Amén.

martes, 17 de noviembre de 2015

¿TENEMOS NUESTRA TIERRA PREPARADA PARA SER SEMBRADA POR LA PALABRA DE DIOS?



No es cuestión simplemente de escuchar, sino de escuchar después de haber buscado. Hay una gran diferencia. Escuchar es importante, pero si en el momento de la escucha, la tierra no está sembrada, difícilmente la semilla dará frutos. Escuchar supone previamente actitud, para que la escucha sea rumiada y deje la sustancia de lo escuchado preparado para poder asimilarse.

Porque la escucha puede ser accidental, no querida o por casualidad. Entonces entra, pero no encuentra el terreno preparado para echar raíces. Eso le ocurrió al hombre rico, que sentía curiosidad por comprobar si cumplía todo los requisitos para ganar la gloria del cielo, pero se sintió frustrado cuando experimenta que le falta más todavía. Y su decepción le impulsa a pararse y no continuar.

Quizás la escucha estaba ya, de antemano, cerrada. Escucho hasta que coincida con lo que yo pienso; escucho lo que quiero escuchar, pero de ahí no paso. No había una escucha abierta, deseada, dispuesta y sin condiciones. Es lo que ocurrió con Zaqueo. Su corazón estaba seriamente atento y abierto a la verdad, y la Verdad, por la Gracia de Dios, fecundó aquel corazón dispuesto a ser fertilizado. Y los frutos ya los conocemos.

También nosotros, Señor, queremos dejarnos fecundar por tu Espíritu, y alimentados en Él, abrir nuestros corazones para que tu Gracia nos fertilice y demos frutos. Frutos de amor que sirvan para dejar pasar tu Luz que con su calor fertilicen los corazones de todos aquellos que se abran a la Verdad como hizo Zaqueo.

Te  pedimos, Señor, esa Gracia, conocedores de nuestras debilidades, de nuestros fracasos y pecados, y de nuestros egoísmos, que nos impiden seguirte renunciando a todo lo que este mundo, falso e hipócrita, nos ofrece y nos presenta para seducirnos.

En Ti, Señor, permanecemos confiados y, a pesar de nuestras limitaciones, nos proponemos seguir adelante y, como Zaqueo, encaramarnos a la cima de nuestra vida, para ver, más allá, de lo que este mundo nos presenta. Amén.

martes, 18 de noviembre de 2014

SUBIR AL ÁRBOL PARA BAJAR CAMBIADO



Subir al árbol en lenguaje, se me ocurre decirlo así, Zaqueoniano, es tener una actitud de búsqueda y encuentro con Jesús. ¿Quién es ese Jesús del que tanto se habla? Imagino que se preguntaría Zaqueo. Y su curiosidad no se paró ahí. Llegado el día de la entrada de Jesús en Jericó, Zaqueo pasó a la acción.

No se quedó en casa. Salió a la calle y viéndose en inferioridad, por su pequeña estatura, para ver a Jesús, tuvo la astucia de subirse a un árbol y superar respetos humanos, ridículos, risas u otros temores que pueden frenar nuestra curiosidad e interés de ver y conocer a Jesús. Realmente Zaqueo quería ver a Jesús.

Pero cuando Jesús, adivinando sus buenas intenciones, le descubrió encima del árbol, le invitó a bajar y le pidió que lo invitara a su casa a comer. Y Zaqueo no se negó. Actitud de acogida. Al contrario, se pudo contento, alegre y hasta orgulloso de que Jesús lo eligiese a él para visitar su casa y comer juntos. No puedo evitar preguntarme: ¿Estoy dispuesto yo también a acoger a Jesús en mi corazón? Porque es esa la invitación que Jesús me hace, quiere vivir dentro de mí activamente y cambiar mi corazón.

Daría todo lo que tengo por conocer esa hermosa conversación de Jesús con Zaqueo. Sí, para eso me pondría en cola todo el tiempo que fuese necesario. Zaqueo cambió su corazón, y derramó generosidad, desprendimiento y justicia. Zaqueo empezó a amar. 

Yo, Señor, también quiero cambiar. Quiero escucharte como Zaqueo. Dame unos oídos y corazón como Zaqueo, capaz de cambiar bruscamente como él, y derramar por todo mi corazón, generosidad, justicia y desprendimiento. Es lo que busco en mi vida con más ahínco e interés. Quizás como Zaqueo, pero mi humanidad se resiste, se instala, se acomoda, se avergüenza, se derrumba, y permanece siempre en el mismo lugar. Llevo el cartel de cristiano, pero dudo mucho que lo sea.

Sin embargo, no pierdo las esperanzas y confío en tu Bondad y Misericordia. Estoy aquí, Señor. Subido a mi particular árbol esperando que Tú pases y me invites. Quizás lo hayas hecho ya, pero lamentablemente yo no me he dado cuenta. Dame tu Gracia, Señor, y despiertame. Amén.