Mi vida depende del perdón de Dios. Me ha permitido por su Misericordia y Amor estar vivo y perdonado. Y con la gran oportunidad de vivir inmensamente feliz para toda la vida. Mi salvación la Cruz, en la que Jesús, el Hijo de Dios, entregó su Vida para la remisión de todos los pecados. Desde entonces la Cruz es signo de salvación.
Pero ese perdón recibido desde la Cruz y ofrecido con tu muerte, Señor, lo revivo en la medida que yo soy capaz también de perdonar. Tú me has perdonado para que yo también perdone. Sabes que no soy capaz ni tengo fuerzas para hacerlo. Mi débil humanidad es frágil y fracasa en cada intento misericordioso, pero unido a Ti, Señor, la cosa cambia. Contigo soy triunfador y capaz de perdonar a los que me ofenden.
Te pido, Señor, la fuerza y la paciencia para soportar todo el peso que me ofende y que se me resiste a mi misericordia. Necesito perdonar en la misma medida que Tú me has perdonado, y experimento que sólo en tu Amor puedo encontrar esa Gracia que me transforme y me dé un corazón de carne compasivo y capaz de ser misericordioso.
Quizás todo vaya despacio, al menos a mí me lo parece. Quisiera perdonar y abrazar a todos los que me han ofendido y he ofendido, pero no hago, ni lo uno ni lo otro. Experimento impotencia y mis sentimientos me frenan. Se descubren los complejos, los miedos y quedo atenazado por mis propias cadenas. Mi voluntad se debilita y me doy cuenta que todo depende de Ti y cuando Tú lo dispongas y quieras.
Dame Señor la sabiduría y la fuerza de dominar mi voluntad y dirigir mi libertad para ser compasivo, misericordioso y paciente ofreciendo el perdón a todos aquellos que se presenten en mi vida y me lo reclamen. En tus Manos, Señor, me pongo. Amén.
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