Lo lógico es pedir nuestra curación corporal. Es lo más inmediato y lo que nos produce un rápido malestar y dolor. Natural es querer curarnos y ser lo que pidamos primero. Sin embargo, tengamos presente que volveremos a enfermar y a sentir dolor. La cruz no nos la quita nadie.
Cuesta más ver y experimentar la necesidad de salvación. La curación del alma y la necesidad de pedir fe y sabiduría para discernir lo bueno de lo malo. Y la fuerza para robustecer nuestra voluntad en cumplir la Voluntad de Dios.
Paradójicamente, nos esforzamos en cuidar nuestro cuerpo y tener una buena figura y buenos músculos que no den buen aspecto y fuerza. Fuerza relativa, porque con los años todo desaparece y sólo queda el espíritu que será eterno. Y de nuestros cuidados ahora dependerá que sea dichoso o infeliz eternamente,
Por eso, Señor, te pedimos que despiertes nuestra necesidad de salvación. De tomar conciencia que más importante que nuestro cuerpo es el alma. Y que más importante que todas las cosas que nos ofrece este mundo, es la salvación que Tú nos promete para el otro. El verdadero mundo eterno junto a la presencia del Padre. Y a dónde Tú has ido a prepararnos un lugar. Verdaderamente, ¡qué gran ilusión imaginar la maravilla, que nunca podremos imaginar, de lo que nos preparas, Señor, para cuando nos llegue la hora de partir!
Enséñanos a orar como Tú lo hacías cada día, y a, como la suegra de Pedro, servirte con prontitud en los hermanos, porque ya no te tenemos presente físicamente, pero sí en los hombres que viven a nuestro derredor y en nuestro mundo. Sirviéndolos a ellos te servimos a Ti.
Pero necesitamos esa fuerza que nos alimente y nos afirme nuestra voluntad de perseverar y sostenernos en seguir tus pasos. Danos la Gracia de ser humildes, pacientes, entregados, serviciales y disponibles. Y de persistir, a pesar de nuestras debilidades y pecados, en cumplir tu Voluntad.
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