No hay otra petición más urgente y necesaria que pedirte, Señor, sino que cambies mi vida. Porque mi corazón humano es pecador, y su tendencia es a olvidar las cosas buenas que Tú has puesto en él y a buscar las malas. Pablo decía que hacía lo que no quería y dejaba de hacer lo que le gustaría hacer. Y a mí me ocurre igual.
Mi conciencia me despierta descubriéndome lo que podía mejorar o intranquilizándome y advirtiéndome que esté vigilante para no caer en tentación. Y todo eso me mortifica, me preocupa y somete a una tenaz y constante lucha cada día. Y eso desgasta, cansa y enciende la tentación de abandonar. Por eso, Señor, te pido fortaleza, sabiduría, paciencia y valor para perseverar y no desfallecer.
Necesito cambiar los valores de mi corazón hechos a los criterios de este mundo. Por eso, aciertas y tienes razón, Señor, cuando me dices que debo nacer de nuevo. Porque, sólo con un corazón nuevo mi vida puede cambiar y experimentar y sentir de forma nueva. Y abrirse a la acción del Espíritu Santo sometiéndose a su Voluntad. Pero, ¿cómo hacerlo Dios mío?
Experimento tu presencia y necesito tu acción. Cambia, Señor, mi corazón y dales fuerzas, capacidad, valor y todo lo que necesite para servir a los demás según tu Palabra. Porque yo experimento mi pobreza y la falta de todo lo que necesito para ser paciente, bondadoso, comprensivo, escuchante, generoso o misericordioso y sin tu ayuda nada puedo. Por eso, Señor, ábreme el corazón y sopla sobre mí para que el Espíritu Santo more en mí, y también en todos aquellos que se abran a tu Amor.
Ayúdanos a permanecer vigilantes y atentos, con paciencia y serenidad, y a saber esperar, confiados tu presencia y tu acción, conscientes de que el Espíritu de Dios está con nosotros y quiere salvarnos, porque esa es su misión. Gracias, Señor, por tanto Amor. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario