Sabemos que unas personas tienen más talentos que otras y que, por esa razón, unos son más capaces que otros. ¿Qué significa eso? Que unos van a dominar a otros porque están más capacitados. Es decir, unos son más débiles y más inocentes y necesita ayudan para vivir dignamente. Y ese es el cometido y la responsabilidad que los más capacitados tienen, la de ayudar a los más débiles, pobres e inocentes.
Nuestras capacidades y talentos los hemos recibido gratuitamente. Es verdad que el hombre también ha puesto su voluntad y su esfuerzo para desarrollarlas, pero esa voluntad también te ha sido dada. Eres criatura de Dios y, por lo tanto, todo lo que hay en ti es gratuito y recibido por la Gracia de Dios. Por lo tanto, no debemos usarlas para hacer el mal y someter a los demás, sino todo lo contrario. Esa fue la misión de San José en los primeros años de Jesús, cuidar de María y el Niño. Tomó a María y al Niño y marchó a Egipto tal y como le había anunciado en sueños el ángel.
También hoy nosotros debemos de poner en juego todos nuestros talentos recibidos para, como San José, cuidar unos de otros. Es decir, los más fuertes de los más débiles, sobre todo de los inocentes, los niños. Y es eso lo que hoy queremos pedirte, Señor, por intercesión de San José, para que, cómo él y siguiendo su ejemplo, seamos capaces y fieles de poner todas nuestras cualidades en cuidar de los más pobres, indefensos e inocentes.
Te damos gracias, Señor, y te pedimos que nos fortalezca y no llenes de verdadero amor para cumplir esa hermosa misión de amarnos, sobre todo a los más pobres e inocentes. Amén.
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