Experimento que mi corazón está atado, esclavizado a las cosas de la tierra. Por otro lado, soy consciente de mis apegos, mis apetencias a todas las cosas de aquí abajo. Mi naturaleza humana, herida por el pecado, se siente esclavizada y atada al pecado, que consiste en hacer lo que a mi cuerpo le atrae, le gusta y le satisface. Y no siempre eso es lo correcto, lo justo y lo bueno.
Por todo ello, mi mirada está puesta en las cosas de este mundo, y en ellas nunca encontraré esa felicidad eterna que experimento dentro de mí y que, en lo más profundo de mi corazón, siento, busco y deseo. Sostener nuestra mirada en él será caminar hacia la muerte y perdición. Aquí abajo todo tiene su tiempo contado. La salvación nos viene de arriba, del Cielo.
Soy consciente, y por ello te doy gracias, Señor, de saber que mi vida está secuestrada por este mundo. Me descubro esclavo y, por el pecado, atraído por las cosas de este mundo. Pero, el darme cuenta de ello me da la oportunidad de levantar mi mirada y suplicarte misericordia y fortaleza para resistirme y agarrarme a lo que viene del Cielo, tu Gracia y Misericordia Infinita.
Porque, Señor, de Ti viene la salvación Eterna. Te doy gracia por esa bendita oportunidad y por esa también bendita sabiduría de tomar conciencia de mis pecados y tener la humildad de suplicarte y rogarte tu Infinita Misericordia. Gracias, Señor, porque por tu Amor y tu Pasión, entregando tu Vida, nos has redimido y salvado
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