Convertirse significa transformar mi corazón de endurecido y egoísta a un corazón suave, paciente, humilde y bueno. Se trata de darle la vuelta y cambiarlo. Es decir, nacer de nuevo. Y eso es totalmente imposible para cualquier persona. En su tiempo, Nicodemo, que era un jefe judío y maestro de la ley, no lo entendió, y, nosotros lo entendemos porque se nos ha explicado. Y, por consiguiente, se nos ha bautizado.
Es eso, lo referente al bautismo, lo que Jesús le explica y le dice a Nicodemo. Necesitamos bautizarnos para recibir el Espíritu Santo y esa agua que nos purifica y nos limpia de pecados. Solo así podemos iniciar una vida nueva desde ese nacimiento nuevo de agua y Espíritu Santo. Y, por eso, nos atrevemos a pedir desde este humilde rincón de oración, la Gracia de ser fiel a nuestro compromiso bautismal y abrir nuestro corazón al Espíritu que hemos recibido para, desde nuestra humilde aportación y libertad, gracias también del Espíritu Santo, dejarnos conducir fieles a su Voluntad.
¡Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el Espíritu de tu Amor! ¡Envíanos, Señor, tu Espíritu y nuestros corazones serán de nuevo creados! Amén.
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