No basta, Señor, decir que escucho tu voz, que voy a la Eucaristía todos los días, que, incluso, participo en la parroquia y muchas cosas más. Sabemos, o debemos saber, que lo importante es tener un corazón como el Tuyo y amar a tu estilo y de la misma forma que Tú nos ama a cada uno de nosotros. Pero, también sabemos que somos limitados y míseros y sin Ti nada podemos hacer.
Necesitamos, no solo escuchar tu Palabra, sino también interiorizarla, meditarla y, dócilmente llevarla a nuestra vida. Me pregunto si obedezco tu Palabra ante que la de los hombres, sobre todo la que me ofrece el mundo con sus seducciones, placeres y comodidades.
Quiero seguirte, Señor, y escuchar tu Palabra con el serio compromiso de comprometerme y obedecerte. Quiero seguir tus pasos, escuchar tu Voz y vivir en tu Palabra poniendo mi vida en tu servicio. Pero, en esos momentos experimento mis flaquezas y debilidades, y me siento pobre, frágil y muy propenso al desaliento, desfallecimiento y abandono. Necesito tu fuerza, Señor, y la Gracia de tu Espíritu para poder vencer mi desidia y mis pecados.
Dame, Señor, la Gracia de tu Espíritu y la fuerza de tu Amor para, injertado en Ti, ser capaz de vencerme y ponerme en tus Manos. Porque, Tú eres el Camino, la Verdad y la Vida. No hay vida, ni camino ni verdad sin Ti. Abre y fortalece mi corazón, Señor, para que tu Palabra sea el centro de mi corazón. Amén.
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