Por fuera se puede ir muy bien, son las apariencias que engañan. Importa que lo de fuera se corresponda con lo de dentro. De nada vale que lo de afuera esté muy bien presentado, pero lo de dentro se encuentre podrido y abandonado. Se pierde el tiempo porque lo que perdura es lo auténtico y verdadero. La mentira termina por extinguirse y morir.
No sirve guardar costumbres caducas, hechas por los hombres y que, si pueden valer para una época no tiene sentido perpetuarlas en otras. Sólo perdura el amor, y eso es lo que hay que mantener limpio y bien cuidado. Muchas de esas mentiras se tratan de mantener por intereses, no porque sean verdad. El hombre está tocado por el pecado y arrastrado por su egoísmo.
No podemos liberarnos de nuestra inclinación egoísta y, a pesar de que sabemos que el amor es nuestra salvación, nuestro egoísmo nos vence, pues estamos enfermo por el pecado. Pero en el Señor nos podemos liberar. Él ha venido para eso, para romper nuestras cadenas y liberarnos del pecado original. En Él podemos encontrar las fuerzas para dominar nuestra voluntad y romper las cadenas que nos someten y nos esclavizan.
Y eso le pedimos hoy. Señor danos la Gracia de tener la fuerza y el poder de, por la fuerza de tu Amor, vencer nuestro egoísmo y transformar nuestro corazón para servir por amor.
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