Mi vida es una tormenta. Una tormenta que tiene su momento fuerte donde zozobra y me tambaleo, y también su brisa suave donde la calma me sosiega y me tranquiliza. Tormentas que vienen y van como círculos cerrados que atormentan mi alma y la encadenan al tiempo que se esfuerza en caminar o navegar.
Y busco un Señor que la domine y la aplaque con la autoridad de su Palabra. De Ti, Señor, hablan los apóstoles que te obedecen el viento y las aguas. Al oír tu voz todo queda en calma y sosiego. Y a Ti te busco Señor mío, para que calmes las tempestades y oleajes de mi corazón, y mis pasos sean firmes y seguros en el recorrido de mi vida, tomada de tu Mano Misericordiosa.
Señor, úneme a Ti, de forma que ninguna tempestad, por muy fuerte que sea, me separe de tu compañía.
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