Libérame de todos mis egoísmos y de mis malos deseos y pensamientos. Mi pobre corazón, creado a tu imagen y semejanza, Señor, está sometido, por el pecado original, al egoísmo de mis apetencias, apegos y pasiones, y Satanás juega con ventaja para vencerme. Me siento encadenado y esclavos de sus malos deseos y de su influencia para arrastrarme en su propio dominio, el mundo en el que vivo.
¡Señor!, líbrame de sus manos y de su influencia y llena mi pobre corazón de tu Gracia para que mi voluntad emerja por encima de mis pasiones y egoísmos y sea dueño de mi propio ser. Así, injertado en Ti y asistido por la acción del Espíritu Santo, me haré fuerte contra las embestidas del demonio y podré salir victorioso en la batalla de cada día.
Quiero seguir y continuar mi camino junto a Ti, Señor, y dejarme guiar por la asistencia del Espíritu Santo, porque en Él me siento protegido, fortalecido y salvado.
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