Cuando decimos que seguimos al Señor estamos comprometiéndonos a perdonar, porque Jesús nos perdona y nos ha dejado la prueba de su amor. Y nos perdona cada día de todos nuestros fallos y pecados. Si nos resistimos al perdón estamos también resistiéndonos a seguirle, pues lo uno con lleva a lo otro.
Otra cosa diferente es que el perdón es algo que nos cuesta mucho y por nosotros mismos no podemos superarlo, pero contamos con la Gracia y la Fuerza del Señor y en, con y por Él lo logramos. No es que podemos sino que lo logramos y vencemos. Sólo dependerá de nuestro esfuerzo y voluntad en disponernos y entregarnos a la Voluntad del Padre en el Espíritu Santo que nos asiste y nos fortalece y capacita para esa misión.
Tengamos la confianza de confiar y pedirle al Espíritu Santo que actúe en nosotros y nos revista de su sabiduría y fortaleza para que nuestro corazón se un corazón generoso, amoroso y dispuesto al perdón.
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