Ayer nos hablaba Jesús en el Evangelio sobre pedir, buscar y llamar, y hoy, siguiendo tu invitación, Señor, aprovecho para pedirte que no me distraiga con las cosas de este mundo, y aunque son buenas usadas de forma moderada, no debo perder de vista que lo verdaderamente importante es la escucha de tu Palabra y la vida abierta al servicio por amor.
Todo lo demás, aunque sea satisfactorio es temporal. No nos llena plenamente y nos esclaviza a habituarnos a su uso y a depender de ello. Perdemos nuestra libertad y nuestra voluntad de ponernos al servicio de lo verdaderamente importante, que es el servicio por amor. Ese es el ejercicio que debemos buscar, practicar y vivir.
Y no lo podremos alcanzar sin la escucha atenta a tu Palabra, como hizo María, la hermana de Marta, y a la que Tú distinguiste ante la reclamación de su hermana. Nada hay más importante sino escuchar la Palabra de Dios y ponerla en práctica. Esa es la mejor tabla de ejercicios físicos y gimnasia que podemos hacer para mantenernos en forma, pero fundamentalmente para salvarnos de verdad.
Porque lo otro, siendo bueno, no nos sirve sino para un cierto tiempo. Todos nuestros esfuerzos serán vanos si no tenemos la Gracia del Espíritu de Dios, y para ello hay que escucharle y estar atento a su Palabra. Por eso, Señor, desde este rincón de oración, te pedimos la sabiduría de estar pendiente de tu Palabra cada día y de seguir las indicaciones que en ella nos sugiere e invitas a seguir.
Danos, Señor, la capacidad de discernir donde debemos poner todo nuestro empeño para crecer en sabiduría y gracia, y para servirte en el servicio a los hermanos. Danos, Señor, esa intuición sabia de elegir siempre la mejor parte para el cuidado de nuestro cuerpo y nuestra alma, que es tu Palabra y el ejemplo de tu Vida. Amén.
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