Líbranos, Señor, de caer en la tentación de la incredulidad. Líbranos, Señor, de caer en la tentación de seguir los dictados de nuestra razón en la cosas referente a Ti. Líbranos, Señor, de caer en la tentación de interpretar tus Palabras adaptándolas a nuestra limitada razón. Porque, sólo Tú tienes Palabra de Vida Eterna.
Ábrenos, Señor, la mente para entender tu Palabra, y el corazón para creer en ella, a pesar de que no podamos entenderla. Porque, Tú, Señor, eres el Camino, la Verdad y la Vida, y la esperanza de nuestra Resurrección. En Ti, Señor, creemos y en Ti nos abandonamos y ponemos todas nuestras esperanzas, pues tu Palabra nos revela la Resurrección y la eternidad: «Y acerca de que los muertos resucitan, ¿no habéis leído en el libro de Moisés, en lo de la zarza, cómo Dios le dijo: Yo soy el Dios de Abraham, el Dios de Isaac y el Dios de Jacob? No es un Dios de muertos, sino de vivos. Estáis en un gran error».
Gracias, Señor, por el don de la Fe. Gracias por los dones del Espíritu Santo, y gracias por abrirnos nuestro entendimiento para creer en tu Palabra. Tú, Señor Jesús, eres la Palabra de Dios. En Ti se concreta y se realiza todo lo que se dice en las Escrituras y Tú das testimonio con tu Vida y tus Obras. Danos sabiduría, fortaleza y paz para continuar nuestro camino en intimidad y sincronía con tu Palabra y Voluntad.
También, Señor, reviste nuestro corazón de humildad y sencillez, para que sepamos ponernos al servicio de los más necesitados y soportar las embestidas de los soberbios y los suficientes. Que sepamos darles ejemplo y testimonio, no sólo de palabra sino también con nuestra vida. Amén.
1 comentario:
Buenos, días, gracias, por su meditación.
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