Cuando llega tu momento y experimentas tu dignidad de hijo, sientes y deseas responder a ese amor recibido gratuitamente e incondicional por tus padres. ¿No es así? Deseas expresar, no solo con palabras, sino, también con hechos todo el amor recibido. Pues, exactamente lo mismo, pero elevado al infinito, sucede con nuestro Creador y Padre Dios. Él nos ha dado todo, empezando por la vida y todo lo que somos.
Incluso, nos ha creado libre para que seamos nosotros mismos los que decidamos sobre nuestra liberación y salvación. Precisamente, con esos frutos de amor que nuestro Padre Dios espera de sus hijos. No unos frutos como paga de su Amor, sino unos frutos de amor mutuo, sin condiciones y gratuito. Porque, de ser cultivado como pago por su amor se desvirtúa y deja de ser amor convirtiéndose en egoísmo e interés.
Señor, reconociendo mis limitaciones; conociendo mis flaquezas, debilidades y pecados, quiero aprovechar este rincón de oración para pedirte que inundes mi corazón de frutos de amor para provecho y bien de todos. Dame la entereza y firmeza de dar frutos bañados de amor y misericordia. Amén.
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