No hay mejor oración que mirar la Cruz. Una Cruz en la que apoyar y descansar nuestras pequeñas cruces de cada día. Porque, nuestro camino y nuestra vida, queramos o no, están llenos de cruces. Cruces en la familia, en el trabajo, en nuestras relaciones sociales, de ocio, deportivas, religiosas...etc.
Mirar la Cruz, en la que Cristo - nuestro Señor - entregó su Vida gratuitamente, voluntariamente y por verdadero Amor, es la única y verdadera salvación que tenemos. Una Cruz que nos anima a hacer nosotros, injertados en Cristo, un tanto lo mismo. Sin embargo, en el intento y camino vamos descubriendo que caminar solos y con nuestras propias fuerzas nos va a ser imposible. Estaremos avocados al fracaso y camino del precipicio.
Por eso, conscientes de nuestras debilidades, te pedimos, Señor, la Gracia y Fortaleza para poder superar todos esos obstáculos - propios de nuestra naturaleza - y con los que, el príncipe de este mundo, nos tienta. Amén.
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