¡Señor, Tú conoces nuestras debilidades, nuestras deficiencias e imperfecciones! ¡Somos inconstantes y erramos día tras día y a cada momento! Por eso, nos invita a no desfallecer y a perseverar en pedir, llamar y buscar. Y nos aconseja en que seamos insistentes que no desfallezcamos y que permanezcamos en Ti.
Eres un Padre Bueno que esperas nuestras peticiones para darnos todo lo que realmente necesitamos. Un Padre Bueno que nos abre tu Corazón Misericordioso para acogernos y limpiarnos de toda culpa, y un Padre que no se queda a la espera sino que sale a nuestro encuentro des que divisa en nuestro corazón una chispa de arrepentimiento.
Gracias, Padre, por tanto amor misericordioso que no merecemos. Gracias, Padre, por animarnos a través de las enseñanzas de tu Hijo Predilecto, nuestro Señor Jesús, para que nos desfallezcamos, para que perseveremos y permanezcamos en tu presencia. Porque, Él es el Camino, la Verdad y la Vida que Tú, Padre, has enviado para que nos muestre el camino a seguir.
Y son sus Palabras las que en este Evangelio de hoy nos dicen: «Pedid y se os dará; buscad y hallaréis; llamad y
se os abrirá. Porque todo el que pide recibe; el que busca, halla; y al
que llama, se le abrirá. Gracias, Padre, por tantos regalos. Te pedimos que nos infunda esa fuerza perseverante y tenaz para que no, a pesar de las contrariedades y obstáculos, nos desviemos de tu camino y permanezcamos fieles a tu Palabra y esperanzados en tu Misericordia. Amén.
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