La realidad es que sabemos que el momento llegará - eso es cierto - pero, también que no sabemos el instante, la hora ni el día. Por lo tanto, en consecuencia, nuestra actitud debe ser vigilante y en espera. Y eso nos compromete a estar preparados para no ser sorprendido cuando el Señor decida presentarse en nuestra vida.
Es verdad que nos despistamos y que por nuestra naturaleza enferma y herida por el pecado, nos olvidamos de ese momento, el más glorioso e importante de nuestra vida.
Por eso, Señor, necesitamos dedicarte un tiempo importante cada día de nuestra vida a estar contigo, a hablar contigo y, sobre todo, si podemos, a alimentarnos de tu Cuerpo y Sangre. Estar contigo, Señor, y pedirte fortaleza, perseverancia y sabiduría para estar atentos y vigilantes y no desfallecer. A estar en tu presencia y, solicitarte la Gracia para vivir la Vida de tu Gracia, Señor Porque, queremos, Señor, ser sorprendidos por tu presencia viviendo en tu Palabra y Voluntad y amando como Tú nos has enseñado y a tu estilo.
Quiero, Señor, y eso te pido que me des la fortaleza y la sabiduría de estar, a pesar de mis fallos y pecados, siempre presente en tu Palabra, para vivir en tu Amor y así esperarte y recibirte. Gracias, Señor. Amén.
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