Recuerdo una conversación con un amigo ─ que espero esté en la presencia y gloria del Señor ─ sobre la oración. El decía, ─ estoy todo el día rezando, porque todo lo que hago trato de hacerlo en su presencia. Para mí ─ añadía ─ todo es oración.
Y estoy totalmente de acuerdo. Desde que nos levantamos, ¡no empezamos a orar, sino que continuamos orando!, porque, ¡incluso, mientras dormimos estamos orando y en la presencia de Dios! Y no importa que día sea, lunes o sábado. Dios está siempre en nuestra presencia y presto a ayudarnos y a darnos su Amor Misericordioso.
Por eso, pidamos al Señor que nuestra oración sea permanente, ya sea laborando o, precisamente, orando. Todo lo que hacemos podemos elevarnos a la categoría de oración, porque, orar es hablar con Dios. Y, mientras trabajamos también oramos si nos ponemos en su presencia.
Por eso, Señor, te pedimos encarecidamente que nos ayudes a ser conscientes de tu constante presencia en nuestra vida y, tomando conciencia de ello, danos la luz de darnos cuenta de todo lo que nos has dado y nos das cada día. Y, por tanto, a ser y está agradecido de tanta Gracia y Amor. Amén.
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