Hay muchos momentos difíciles de superar. El camino se nubla de espesa niebla que no deja ver, y los obstáculos se amontonan de modo que impiden seguir avanzando. ¿Qué hacer? ¿Dónde estás Espíritu Santo? Necesitamos tu presencia, tus consejos, tu fortaleza, tu entendimiento, tu valentía, tu ciencia, tu sabiduría y tu don de temor. Necesitamos de Ti para superar nuestros temores y miedos.
Bien lo sabía Jesús que nos lo vino a dar: Jesús les dijo otra vez: «La paz con vosotros. Como el Padre me envió,
también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid
el Espíritu Santo. Mantén mi corazón abierto de par en par para que la acción del Espíritu Santo se haga en mí, Señor.
Que mis temores y miedos puedan ser superados, como lo hicieron los apóstoles al salir del Cenáculo donde estaban escondidos, por las fuerzas del Espíritu Santo. Hazme testigo de tu Palabra Señor, también con mi vida y mis obras, para que lo proclamado sea coherente con lo vivido. Pero, sobre todo, enciende el fuego de mi amor y renueva mi corazón viejo y endurecido en un corazón fresco, apasionado por tu Palabra y tu Amor y dispuesto a, por la acción del Espíritu, a proclamar tu Evangelio.
Quiero Señor ser instrumento de tu Amor y por mi compromiso de Bautismo responder a tu llamada para con mi vida y mi palabra dar testimonio de tu Evangelio. Me pongo en Manos del Espíritu Santo y confío en Él plenamente. Amén.
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