Mi voz se oye poco. No ya tanto porque su volumen, que sí por su falta de compromiso. Y cuando se oye no da la medida que se espera para poder dar frutos. Perdona Señor mis debilidades, mi falta de valentía y compromiso, y, sobre todo, mis pecados.
No sé si estas letras son escritas para relleno de esta página de oración, de suplica y de petición, o son clamores de mi expresión arrepentida y dolorosa por mis pecados. Juan nos disponía a arrepentirnos y al esfuerzo de convertirnos. Y esa es la lucha del cristiano creyente que quiere responder a su compromiso de Bautismo y experimenta que tropieza y desfallece.
Te pido Señor que nos des la Gracia de fortalecernos, no desfallecer y continuar perseverando aunque en cada paso experimentemos la fatiga, el fracaso y la conciencia de no corresponder a tu Amor y a tu Gracia. Nos sabemos pecadores e indignos de tu Amor, pero también experimentamos la locura de tu Amor y de tu Misericordia. Y eso, a pesar de nuestras debilidades, nos empuja a seguir humildemente caminando.
Danos Señor el impulso de aceptarnos pecadores y confiar en la esperanza de ser perdonados por tu Inmenso Amor y Misericordia. Amén.
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