Cada día se entabla un lucha a muerte dentro de mí entre lo que creo que debo hacer y lo que hago. La mayoría de las veces fracaso porque no respondo a esa voluntad de actuar coherentemente. Me siento débil y sometido al respeto humano, a la opinión e influencia de otros, y pesan más en mí las opiniones de otros que las Tuyas, Señor.
Me debato entre la vida y la muerte y siempre eres Tú el descartado. Tú que eres la Vida misma; Tú que eres el Camino, la Verdad y la Vida. Y así un día tras otro... ¿Qué se puede esperar de mí? Mi coherencia presenta muchas lagunas y eso me debilita hasta el punto de ser envuelto en una rutina peligrosa y de muerte. Experimento la necesidad de tu Gracia, Señor, y la acción de tu Espíritu, para, fortalecido, poner en primer plano de mi vida, tu Vida, y hacerla Vida en mi pobre vida.
Dame la fuerza de tu Espíritu para que, como Juan, tenga la fortaleza de vivir coherentemente con tu Palabra, y que no corra el inminente peligro y la amenaza de que mi vida quede sólo en palabras y convertida en simple rutina.
Revuelve mi corazón, Señor, para que responda con libertad y coherencia a tu Palabra.
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