Sí, porque por mucho que me esfuerce y quiera, la tentación de tener y de poseer riqueza, poder y... me asalta cada día. Es una adicción como al tabaco, a los vicios o apegos, sobre todo contraídos. Nos sentimos dominados y sometidos. Es el pecado que nos esclaviza y nos puede.
En estas condiciones, Señor, caminar por nuestra cuenta es un suicidio. Tú no nos lo has ocultado. Estamos avisados. Y hoy nos lo vuelves a recordar. Necesitamos desprendernos, vaciarnos de todo aquello que nos contamina y nos endurece el corazón. Necesitamos descargar todo lo caduco e inservible que nos seduce y nos atrae. Porque lo efímero no tiene sino un valor temporal, ¿y luego qué?
Y experimentamos, los que en Ti creemos y confiamos, que sin Ti no podemos. Necesitamos tu Gracia y la acción del Espíritu Santo que nos asiste, nos conforta, nos fortalece y nos alumbra el camino de la victoria. Sabemos que la lucha es de cada día y a cada hora. Estamos tocados por la ambición, pero contamos con tu Gracia, Señor, para poder vencer el apego y los egoísmos que nos amenazan.
Danos, Señor, un corazón de carne compasivo, misericordioso y dado a la generosidad. Un corazón que no se encierre en sí mismo, sino que se abra al amor de dar y darse, porque en esa mutua entrega también se recibirá el gozo y la felicidad que, en el fondo, todos buscamos. Amén.
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