No es ninguna contradicción. Se trata de encontrar el Tesoro, el Tesoro, valga la redundancia, de descubrir un corazón generoso, dado, dispuesto a compartir solidariamente todo lo rebido con aquellos que hayan recibido menos. Es el Tesoro de descubrir que lo recibido no es para guardarlo sino para compartirlo de forma solidaria y comprometida.
Guardar ese Tesoro descubierto supone, no enterrarlo para que nadie lo descubra, sino guardarlo en referencia a no olvidarlo, a no perder esa actitud comprometida y solidaria de compartir lo que tienes con aquel que no tiene. Hoy Jesús nos lo descubre con la actitud comprometida de saciar el hambre de aquellas cinco mil familias que, después de haberlo seguido, se encontraban en un descampado y con hambre.
¿No sería esa la solución que los que padecen hambre de pan y sed de justicia esperan del mundo? No se trata de dar dinero, millones de euros para paliar una necesidad concreta, sino de compartir solidariamente y responsablemente, por compromiso, nuestro pan con aquellos que no tienen. Así, con un poco que cada uno parte según sus posibilidades, todos tendrían lo necesario para saciarse.
Hoy, Señor, te pedimos que conviertas nuestro corazón endurecido y egoísta, en un corazón bondadoso, generoso, suave y comprometido con todos aquellos que les falta lo necesario para saciarse, sabiendo que Tú, de lo poco que cada uno puede aportar, realizas el milagro de que se sacien muchos. Amén.
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