Quiero, Señor, que mi vida sea transparente. Tengo miedo al ridículo y a dejar mis pecados a la vista de todos. Pero ser transparentes implica no tener dobleces ni segundas intenciones. Y consciente de mis fallos y debilidades, sé que tendré que despojarme de mucha basura e inmundicia.
Descubro que es bueno compartir, porque sólo en el compartir me puedo ayudar a irme presentando, y eso es muy bueno para irme conociendo, pues sólo en el conocimiento de mí mismo puedo conocerme y darme a conocer. En el esfuerzo de darme a conocer descubriré mis actitudes, mis apegos, mis mentiras y, por supuesto, mis pecados. Y en esa medida iré purificándome en el Espíritu Santo que me fortalece y me asiste.
Por eso, Señor, te pido que me ayudes a desenmascararme, aceptándome y perdonándome en tu Misericordia, y por la acción del Espíritu Santo. Dame la sabiduría y la fortaleza de comprender, de ser humilde, suave y bueno y para aceptar las apariencias de los demás como Tú mismo las aceptas, y también las mías propias, para llenos de tu Gracia amorosa podamos irnos purificando y creciendo en tu Amor.
Te rogamos Señor que no permitas tapar nuestras actitudes hipócritas y dejar que vivan en nuestro corazón, porque lo irán pudriendo y matando. Danos la valentía de descubrirlas y hacer que emerjan en el amor entre los hermanos para que en el compromiso y el esfuerzo vaya perfeccionándolas y corrigiéndolas. Amén.
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