No se trata de hacer méritos, llenar el granero y luego echarse a dormir. No es esa la advertencia que hoy nos quiere descubrir la Palabra de Dios. La cuestión no es estar preparado cuando llegue la última hora, porque, entre otras cosas, no sabemos la hora ni el momento en que llegará. Por lo tanto, no se trata de estar preparado esa última hora, sino de estar preparado siempre.
Es esa la actitud que el Señor nos descubre hoy. Necesitamos estar vigilantes, atentos y preparados en la frecuencia de la Penitencia y la Eucaristía, en la oración y escucha de la Palabra. Son las armas que nos ayudan a mantenernos perseverantes y expectantes en cada momentos de nuestra vida y preparados, por la Misericordia de Dios, en el momento de la última hora de nuestra vida.
Y es esa actitud la que el Señor nos anima a mantener, independientemente de que llegue o no llegue el momento último, y menos nos sorprenda. Y esa es la oración que, desde lo más profundo de nuestro corazón, hoy queremos, Señor, elevar hacia Ti.
Te rogamos nos des la fuerza, el valor, la inquietud y la sabiduría de saber y valorar el estar expectante y atentos a tu Palabra. No sólo de oído, sino también de vida aplicándola a nuestras vivencias diarias en la relación de cada día en nuestras familias y ambientes sociales. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario