No podemos imaginar lo que nos espera, pues de poder hacerlo nuestra vida tomaría otro rumbo. ¿Quién no cambiaría si tuviese una visión de la Vida Eterna? Creemos, por la Palabra de Dios, que es una vida diferente y para siempre. En plenitud de gozo y felicidad, pero no podemos imaginar cómo, ni dónde, ni de qué forma.
Sin embargo, quizás sea lo de menos, porque lo verdaderamente importante e interesante es vivir para siempre en el gozo eterno y pleno de felicidad en la presencia de Dios. Y esa es la promesa que Jesús, el Hijo de Dios Vivo, nos ha hecho. Y si Jesús nos lo ha prometido, significa que estamos salvados y llamados a vivir esa plenitud eterna. Ahora, falta nuestra respuesta, que nuestro Padre Dios espera pacientemente.
Y eso es lo que hoy nos revela la Palabra de Dios en el Evangelio. Y lo que nosotros aprovechamos para pedirte, Señor. Danos sabiduría para no perder la oportunidad de darte una respuesta. Pero una respuesta que coincida con la que Tú, mi Dios, esperas y te gustaría, porque nos amas y quieres lo mejor para cada uno de tus hijos.
Por eso, te pedimos que infundas en lo más profundo de nuestros corazones, serenidad, paciencia, paz y la ya sabiduría, que te hemos pedido, para saber discernir y elegir entre tantas ofertas falsas y venenosas que el mundo nos presenta.
Sí, Padre nuestro, queremos que nos inundes de sabiduría para saber esperar y perseverar en tu Palabra. Sabiduría para mantenernos fieles en tu seguimiento, a pesar de las dudas y tribulaciones que nos acechan y nos tientan. Sabiduría para no desfallecer ni abandonar tu Palabra, a pesar de nuestra ignorancia y limitaciones.Te pedimos, Señor, que acrecientes nuestra fe y nuestra confianza, porque todo nos viene de Ti, y sin tu Gracia nada podemos.
Nos prostramos, Señor, ante tus pies, con un corazón contrito y humillado, arrepentido de todos nuestros pecados, y, en silencio, esperamos confiados en tu Misericordia y perdón. Amén.
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