No soy propenso a rebajas, ni tampoco amigo de atropelladas colas por conseguir algún objeto, que luego en muchos casos no sirven para mucho. Al menos no arreglan de forma perpetua tu vida. Y no digo que no valga la pena aprovecharse, pero ordenadamente y con pausa y civilizadas colas. Al final con muchas cosas te puedes remediar.
Ahora, la oferta que propone Jesús es de otra galaxia. No se trata de un remiendo, sino de la eternidad. Significa eso que de conseguir esa conversión, lo propuesto, estaría toda la vida arreglada. Ahí sí vale la pena molestarse, atropellarse si es necesario, y guardar colas del tipo que sea. Jesús es irrenunciable, y su Palabra de salvación lo justifica todo. Todo, referido a sacrificios, penitencias y sufrimientos y todo aquello que sea necesario.
Porque lo que Jesús predica y proclama es el Amor. Él es Amor y donde reside el Amor no hay atropello, ni abusos, ni desorden, ni algarabías, ni impaciencias. El Amor lo soporta todo, porque el Amor se da gratuito y sin condiciones. Por eso, seguir a Jesús está siempre justificado, porque en Él siempre hay Amor y bondad. Nunca pecado ni malicia, ni segundas intenciones.
Por eso, Señor, yo quiero tus amorosas e inmejorables rebajas de amor. Yo quiero tomar todo lo que Tú me ofreces y hacerlo vida de mi vida. Yo quiero revestirme de los vestidos amorosos que me regalas y que me invitas a llevar puestos y muy adentro de mi corazón, para respirar al unísono Contigo y sentirme parte de Ti. Yo quiero todo lo que Tú me ofreces, y quiero convertirme y creer fielmente en tu Palabra.
Pero, sé, Señor, que no es fácil. Mi vida está prisionera, sometida y esclavizada por los apetitos, pasiones y sentimientos de mi cuerpo, y no los soportos sin Ti. Necesito tu Gracia para que mi conversión y fe sean firmes y se puedan sostener. Dame esas fuerzas y alientos de tu Espíritu para que en Él me sienta fuerza y nada pueda conmigo. Gracias, Señor, porque Contigo seré mayoría aplastante ante las fuerzas del mal. Amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario