Cuanto más me acerco a Ti, Señor, mas manifiesta queda mi debilidad. Te doy gracias por ese sentimiento de impotencia y de pobreza. Experimento que, sin Ti, nada puedo alcanzar, ni siquiera proponerme. Entiendo, ahora, las palabras de Pablo, cuando dijo que en la debilidad era fuerte, porque eres Tú, Señor, quien nos haces fuerte valiéndote, precisamente de nuestra debilidad.
Porque en los débiles, Señor, Tú manifiesta tu Grandeza y tu Poder. Por eso, sintiéndome débil me alegro y me complazco en tu Gracia y Misericordia. Y te doy gracias, Señor, por experimentarme pobre y humilde, y por descubrirme indigno de tu Amor y Misericordia.
Te doy gracias, Señor, por, a pesar de mis pecados y fracasos e impotencias y debilidades, experimentar esperanza y paz; por experimentar serenidad y paciencia confiado en tu Misericordia. Te doy gracias, Señor, por, a pesar de mis pobres frutos, incomestibles y contaminados, Tú, por tu Gracia y Amor, los convierte en frutos buenos y comestibles, capaces de servir para dar vida en Ti a otros.
Gracias Señor por tus cuidados, por tu siembra y por labrar la pobre tierra de mi corazón endurecido y calloso por tantos fracasos y pecados. Gracias por hacerme sentir el perdón de tu Misericordia, y por darme la sabiduría de confiar y esperar en Ti.
Te pido, Señor, que no dejes de encender mi misero corazón, y de mantenerlo esperanzado, activo y motivado para seguir tus pasos sin desvanecimiento y sostenerme en tu presencia, a pesar de mis malos frutos. En Ti, Señor, pongo todas mis esperanzas. amén.
No hay comentarios:
Publicar un comentario