La receta es muy sencilla, simple y al alcance de todos. Y gratuita, no exige dinero. Sin embargo, no es nada fácil, y, diría más, es imposible si te empeñas en enfrentarte tú sólo en vivirla. Se dice muy fácil: A-mor, y todos la entiende también fácilmente. Pero, nunca se llega a realizar de forma plena. Porque, amar exige despojarse de uno mismo renunciando a todo lo tuyo para darlo a los demás. Ejemplo, y el único: Xto. Jesús crucificado voluntariamente por amor.
¿Cómo poder despojarte de ti mismo y entregarte, por amor gratuito, al otro? No hay receta ni podemos explicarlo. Lo han intentado muchos a lo largo de la historia después del Señor, pero ninguno ha llegado a hacerlo plenamente. Quizás, María, la Madre, la Inmaculada, por obra y gracia de Dios, ha llegado a ser corredentora con su Hijo. Pero, siempre contando con la Gracia de Dios.
Y es eso lo que quiero significar. Sin el Señor nada podemos hacer. Necesitamos su concurso, su Gracia para poder transformar nuestro corazón y entregarnos a aliviar el dolor de los que sufren y padecen. Necesitamos el auxilio del Espíritu Santo para ser capaces de darnos y despojarnos de todo lo que el mundo nos ofrece y con lo que nos tienta, para, pacientemente, ser alivio para el cercano y necesitado.
Sí, necesitamos tu Gracia, Señor, porque sin Ti no podremos amar como Tú nos amas. Sin tu presencia en nosotros, Señor, no podremos ser auxilio y servicio para el pobre samaritano, o para el cercano o para el amigo y familiar. Sólo en tu presencia, Padre del Cielo, podremos transformarnos y vencer nuestro egoísmo y nuestra pereza.
Y en este nuestro camino, Señor, suplicamos y rogamos que nuestro corazón sea fortalecido con la Gracia de tu Amor y podamos pararnos, dejar a un lado nuestros intereses materiales y, quizás también espirituales, para hacernos verdadero amor y atender prioritariamente a quien necesite de Ti, Señor. Porque, lo que hagas a cualquier necesitado me lo haces a Mí. Amén.
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