Sabemos nuestra pequeñez y debilidades. No me atrevería a escribir una sola sílaba si no es en tu Nombre, Señor. Porque, sólo asistido por el Espíritu Santo podemos dar sentido a nuestras palabras y dar a conocer tu Palabra. Es posible que, en muchas ocasiones no advertíamos ese milagro, pero sólo por la acción del Espíritu Santo podemos escribir y pronunciar tu Nombre.
Por eso, revestidos de humildad y sin ánimo de discusión ni de imponer, menos hacer proselitismo, proponemos tu Palabra, Señor, abriéndonos a la acción del Espíritu Santo y dejándonos llevar por sus impulsos y sabiduría. Algo dentro de nosotros mismos nos dice que todo lo que comunica tu Palabra es bueno y lo mejor para el hombre. Porque, con Amor todo se arregla y se soluciona, y con amor se vive en la justicia, en la verdad y en la paz. ¿No es eso lo que queremos y buscamos todos los hombres?
Por eso, Señor, abandonados en tus Manos y confiados en tu Gracia y Misericordia te pedimos fortaleza, sabiduría y paz para responder a tus mandatos y a tu envío. No somos merecedores de tal misión ni de poner en nuestras manos de barro tanta responsabilidad y tan grande Tesoro. Somos meros instrumentos de barro que cedemos ante la menor tentación o seducción. Necesitamos, Señor, tu Fuerza y tu Poder para vencer las tentaciones de pereza, de comodidades, de egoísmos, de placer y de vanidad.
Sí, Señor, somos muy pobres y pecadores y nos da vergüenza sentir esa responsabilidad sobre nuestros hombros. Pero, si Tú, Señor, así lo quieres y la pones en nuestras manos, nosotros no vamos a negarnos y a resistirnos a tu Voluntad. Sabemos que si Tú lo haces es porque confías en que nosotros, por tu Gracia y Auxilio, y unido a Ti podemos hacerlo. Gracias Señor, en ti confiamos. Amén.
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