Podemos preguntarnos muchas cosas: ¿por qué nos levantamos a ciertas horas?; ¿por qué nos sacrificamos esforzándonos en esto u lo otro?; ¿por que luchamos cada día con renovadas ilusiones y motivaciones?; por qué y por qué... etc. Llegaremos a la conclusión que la vida tiene sentido cuando realmente está empujada por nuestra fe. Esa fe en construir un mañana mejor para nuestros hijos y para el mundo.
Despertar y darnos cuenta de esto es una gracia grande, porque, el hecho de ser cristianos y recibir la fe, regalo de Dios, es de una riqueza incalculable y, también, de una gran responsabilidad. Sólo experimentar la falta de motivación, la depresión o la desgana nos hace ver y distinguir la gran diferencia, y la enorme riqueza de la fe. La vida renace, florece cuando sentimos esa fuerza por vivirla y darle sentido, y la fe nos mueve a ello.
Porque, la Fe nos ilumina y nos hace ver los verdaderos valores de la vida, le da sentido y nos pone en actitud de esfuerzo por hacer un mundo mejor para todos. La fe nos va alumbrado el camino y donde realmente debemos gastar nuestro tiempo y nuestras fuerzas para el bien de la comunidad tanto local como universal. La fe nos mueve a gastar nuestros talentos y no guardarlos. La fe llena nuestra vida.
Gracias, Señor, por la fe, porque me da la fuerza para vivir según tu Palabra y de donde saco las fuerzas para leerla y conocerla. Gracias, Señor, porque, la fe enciende y compromete mi responsabilidad y me hace ver, con coraje y valentía, estar presto y como Tú quieres cuando decidas venir, pero también, porque me anima a llenar mi vida y a no dejarla vacía y sin sentido. Amén
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