Lo decimos como de forma corrida y casi espontánea, pero si nos detenemos pausadamente nos quedamos sorprendido de la respuesta y labor de los apóstoles. Nosotros conocemos la Buena Noticia gracias a ellos y somos responsables de seguir transmitiéndola. Se cortará la cadena si nos dejamos engullir por el mundo, por eso necesitamos seguir la labor.
Y seguir la labor exige perseverancia y dejarse llenar del Espíritu Santo, pero, sobre todo, tener fe que el Señor nos acompaña y nos auxilia. No nos vamos a encontrar un mundo abierto a la Palabra de Dios ni dispuesto a acogerla, pero nosotros debemos insistir por medio del amor. No se trata de imponer sino de proponer, y el amor es la mejor proposición que puede encontrar el hombre.
Así, la Iglesia, a pesar de sus problemas y dificultades, a pesar de los pecados de muchos de sus miembros, sigue adelante la misión que hace dos mil años emprendió Jesús y dejó en manos de los apóstoles para que continuaran la misión. Y hoy ha llegado a todo el mundo, aunque no todos la acogen ni la aceptan. Sin embargo, es lo que todos quieren y buscan sin saberlo.
Y no lo saben porque no conocen a Jesús, porque no escuchan ni creen en su Palabra. Esa es nuestra labor paciente, perseverar y amar dejando todo en Manos de Dios, porque sólo Él iluminará a aquellos que se abran humildemente a su Palabra. Somos libres y hasta que no decidamos abrirnos a la escucha de la Palabra del Señor no recibiremos la fe.
Ese don que Dios regala a todos los que la piden y la buscan. Es decir, a todos aquellos que abren su corazón a la Verdad. Pidamos esa Gracia y seamos perseverantes para dar testimonio como los apóstoles del Dios que nos salva y nos da la Vida Eterna. Amén.
Y seguir la labor exige perseverancia y dejarse llenar del Espíritu Santo, pero, sobre todo, tener fe que el Señor nos acompaña y nos auxilia. No nos vamos a encontrar un mundo abierto a la Palabra de Dios ni dispuesto a acogerla, pero nosotros debemos insistir por medio del amor. No se trata de imponer sino de proponer, y el amor es la mejor proposición que puede encontrar el hombre.
Así, la Iglesia, a pesar de sus problemas y dificultades, a pesar de los pecados de muchos de sus miembros, sigue adelante la misión que hace dos mil años emprendió Jesús y dejó en manos de los apóstoles para que continuaran la misión. Y hoy ha llegado a todo el mundo, aunque no todos la acogen ni la aceptan. Sin embargo, es lo que todos quieren y buscan sin saberlo.
Y no lo saben porque no conocen a Jesús, porque no escuchan ni creen en su Palabra. Esa es nuestra labor paciente, perseverar y amar dejando todo en Manos de Dios, porque sólo Él iluminará a aquellos que se abran humildemente a su Palabra. Somos libres y hasta que no decidamos abrirnos a la escucha de la Palabra del Señor no recibiremos la fe.
Ese don que Dios regala a todos los que la piden y la buscan. Es decir, a todos aquellos que abren su corazón a la Verdad. Pidamos esa Gracia y seamos perseverantes para dar testimonio como los apóstoles del Dios que nos salva y nos da la Vida Eterna. Amén.
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