No dependerá de nosotros ver la Luz. Mejor, diría que en cierto modo Dios nos ha dado la Gracia de ser libres y de, con nuestra libertad, esforzarnos en buscar y pedir esa Luz que nos salva. Pero, todo, tanto la capacidad de libertad para elegir, decidir, poner voluntad y esforzarnos en buscar y pedir, como el don de la fe, es obra de Dios. Por eso, todo está en sus manos.
Pero, nosotros, sus hijos, podemos, porque Él así lo ha querido, aceptarlo como Padre, o rechazarlo y no querer su amistad ni su oferta de salvación. Podemos optar por el mundo, el placer y la satisfacción de nuestras apetencias y egoísmo y no obedecerle, pero, quizás lo que se nos olvida o no tenemos tan presente es asumir nuestras responsabilidades y consecuencias. Ni tampoco lo que nos jugamos al final de nuestra vida, cuando nos llegue nuestra hora.
Por eso, Señor, repetimos como Bartimeo: ¡Haz que veamos, Señor! Ver la Luz de tu Palabra y la Gracia de tu Amor Misericordioso. Ver la única y verdadera salvación que nos da Vida Eterna en gozo y plenitud. Ver, Señor que el único camino es vivir en tu obediencia y en tu Amor. Y que amando, tal como nos ha enseñado tu Hijo, nuestro Señor, es la plenitud de la verdadera felicidad.
Llénanos y aumenta nuestra Fe, Señor, para que sea la Luz que nos guíe y nos fortalezca en perseverancia tu seguimiento. Danos fortaleza para poner todos nuestros talentos en buscarte, en seguirte y en pedirte la Luz de la Verdad. Danos voluntad para no desfallecer y gritar y pedir como Bartimeo hasta escuchar tu respuesta, Señor, y llegar a ver. A ver la verdadera y única Luz que eres Tú, mi Señor. Amén.
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