San Policarpio de Esmirna |
Es obvio que la primera comunidad cristiana se preocupara de perpetuar ese Mensaje de la Buena Noticia recibido del Señor. Así, como Jesús - nuestro Señor - dejó preparado el grupo apostólico para continuaran la proclamación de la Buena Noticia - Reino de Dios - los apóstoles hicieron lo mismo con sus discípulos para que la comunidad que ellos formaban tuviese continuidad.
No hay que suponer mucho para pensar que eso fue lo sucedido. Es, pues, de sentido común que esa primera comunidad cristiana conocía su tiempo y la necesidad de transmitir lo que habían recibido de nuestro Señor Jesús. La consecuencia de eso fue la formación y mandato de catequistas formados en la comunidad a seguir transmitiendo esa Buena Noticia recibida.
De esa forma también se transmitió el poder diaconal y sacerdotal para que la comunidad - hoy la Iglesia - continuara con esa misión de anunciar, bautizar y perdonar los pecados. Esa es la razón por la que Jesús pensó y formó ese grupo de los apóstoles, su Iglesia, que aglutinó a los primeros padres, como San Policarpio de Esmirna -ver aquí - y otros muchos - San Aniceto, San Germánico de Filadelfia, San Ignacio de Antioquía, San Ireneo de Lyon, San Pionio, Santos Rufo y Zósimo.
Y así llegamos hasta nuestros días. No cabe ninguna duda que en el camino hubo disecciones, disputas, divisiones y pecados. Lo mismo ocurrió durante los cuarenta años del pueblo por el desierto tras la salida de Egipto, pero ese es el pueblo de Dios que, auxiliado por el Espíritu Santo sigue su camino impertérrito hacia la tierra prometida. Amén.
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