Me llena de esperanza saber que Tú, Señor, estás presente en mi vida y en la vida de todos los hombres. Sabes de nuestras intenciones y, también, conoces nuestros pecados y, por supuesto, así lo creo, te cuidas también de salvarnos de las malas intenciones y ataques del Maligno, que nos amenaza con destruirnos.
Hoy leemos en la primera lectura: - Gn 9, 8-15 - Dios dijo a Noé y a sus hijos: «Yo hago un pacto con vosotros y con vuestros descendientes, con todos los animales que os acompañaron: aves, ganado y fieras; con todos los que salieron del arca y ahora viven en la tierra. Hago un pacto con vosotros: el diluvio no volverá a destruir la vida...
Eso supone que Dios intervino en el mundo y destruyó todo lo malo que lo corrompía salvando a Noé. De la misma forma actuó a ruegos de Abraham cuando este le suplicó por la salvación de su sobrino Lot - Gn 18 - y, de la misma forma, Tú, Señor, intevendrás en estos tiempos tan confusos, corruptos, endemoniados que amenazan con destruir nuestra cultura y nuestra fe.
No sé como lo harás, pero, si creo que Tú estás presente y, como hiciste ya en Egipto, ves a tu pueblo sufriendo la tiranía de un globalismo fascista que quiere imponer su ley de pensamiento único excluyendo toda libertad. Y mandarás a alguien que nos libere de esta amenaza y tiranía para recuperar la libertad, aunque eso suponga pasar por el desierto que nos haga y nos ayude a volver de nuevo la mirada hacia Ti. Una mirada que nunca debíamos haber perdido. Y es que, Señor, sin darnos cuenta hemos abandonado nuestra tradición y fe y regresado a adorar al becerro de oro.
Danos, Señor, la Gracia de encontrarnos con nosotros mismos a través de encontrarnos contigo y descubrir la maravilla y hermosura de sabernos tus criaturas e hijos por tu Amor Misericordioso. Amén.
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