Todos hemos experimentados malas intenciones en lo más profundo de nuestros corazones. Estamos tocados por el mal y nuestra naturaleza - herida por el pecado - es débil y propensa a la caída. Es obvio que necesitamos limpiarnos, purificarnos y alejar el mal de nuestro corazón. Sin embargo, nosotros solos no podemos. El mal nos puede y enfrentarnos con nuestras propias fuerzas sería aceptar una derrota segura.
Consciente de ello, Señor, venimos a Ti para suplicarte que nos asista y nos ayude a superar esa lucha de cada día contra el poder del mal - El Maligno - que está presente en nuestra vida y tienta la debilidad de nuestros corazones. Nos reconocemos débiles y frágiles, y sabedores de que estamos a merced del demonio. Por eso, Señor, necesitamos con urgencia estar a tu lado y permanecer contigo fortalecidos en la Eucaristía y en la perseverante y diaria oración - relación y diálogo - contigo.
Fortalece nuestra voluntad y perseverancia, Señor, para que sepamos sostenernos firmes y decididos a no desfallecer, en la lucha de cada día, contra las tentaciones y seducciones del mal que amenazan nuestras vidas. Danos la sabiduría y la tenacidad para limpiar nuestros corazones de todas esas impurezas que los contaminan y los invaden de impurezas.
Contigo, Señor, confiamos poder superar todas esas amenazas y tentaciones que tratan de impedirnos permanecer a tu lado y gozas de tu presencia. Gracias, Señor, en ti confiamos. Amén.
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